HISTORIAS DE HOY
- Lola Rodríguez
- 1 nov 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 21 feb 2021
Historias de Tinder
Mara miró el mensaje del móvil. Era César. Le gustaba aquel chico. Era atractivo, elegante, con un punto seductor que le hacía irresistible. Además compartían un estatus bastante similar en el trabajo. Esto igual les unía.
Así es que se lanzó a la aventura y a ver qué le deparaba el destino en aquella nueva cita. ¿Qué tenía que perder? Estaba un poco recelosa con los ligues de Tinder pero aquel parecía distinto. Tenía algo que le gustaba. Así es que le contestó y cerró la segunda cita con él. Quedaron en casa de ella. César llegó un pelín tarde pero como en la primera cita. El es así. Pensó. Así es que tomaron unas cervezas, picaron algo y el deseo les llevó rápidamente a la cama. El sexo fue intenso toda la noche.
Al día siguiente se despidieron y quedaron que mantendrían el contacto.
Y así fue durante tres citas más. Mara pensó que aquella mezcla de complicidad, atracción, deseo y entendimiento le parecía el cóctel perfecto para poder comenzar algo. Y además el sexo era genial. Mara se sonrojó con sólo pensarlo. Él la habló de su trabajo , de sus responsabilidades, de la presión que tenía y que afrontaba con profesionalidad...
Fueron pasando los días y sin saber por qué,
la actitud de César comenzó a cambiar. La intensidad con la que escribía se diluía y todo se convertía en monosílabos.
Mara había dejado de ser la mujer maravillosa que decía César que era.
Ella comenzó a repasar las conversaciones para ver qué es lo que había hecho mal y sintió que otra vez volvía a fallar y que volvían a aparecer los fantasmas del pasado.
Un día el jefe de Mara le comentó que debían asistir a una reunión de trabajo. La reunión era en la empresa en la que César era directivo.
Mara pensó que incluso el estaría en esa reunión. Sintió cierto nerviosismo.
Cuando llegaron a la empresa pararon en la garita para proporcionar los datos y poder acceder a las instalaciones.
De repente a Mara le cambio la expresión al levantar la mirada y encontrarse con aquel chico que controlaba el acceso...era César. Era el portero. No era ningún directivo. Era lo que menos importaba, pero la mentira estaba ahí.
Con el tiempo Mara se enteró que además tenía pareja.
Mara pensó que quizás se había ilusionado en exceso pero hay una pregunta que volvió a su cabeza ¿de verdad ahora sólo existen el engaño y la mentira en las relaciones? ¿No importa los sentimientos de la otra persona?
Está claro que Tinder no es para mi.




















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