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Historias de amores rotos

UN ALTO EN EL CAMINO

Gloria atravesaba uno de los pasos de peatones de la Gran Vía cuando vió a Luis.

Luis fue su novio durante dos años.

El impacto de verlo de repente despues de diez años le arrancó su nombre a puro grito.

-¡ Luiiiiis!

El la.miró y la reconoció al instante.

- ¡Gloriaaa!! Se le iluminó la cara con su sonrisa de siempre.

No era el mejor sitio para ese encuentro.

Así es que él se giró en el sentido de ella y alcanzaron la acera.

La gente iba deprisa.

Ellos se detuvieron.

Se abrazaron al instante.

Se abrazaron con el mismo ansia que se abrazaron hace 10 años cuando él se fue sin piedad alguna.

El se retiró un palmo para mirarla a los ojos.

Esos ojos verdes que le volvieron loco.

-Iba a coger el metro para ir a Arguelles pero podemos tomar un café si tienes tiempo. Le dijo él con la voz temblorosa.

-Si. Tengo tiempo. Iba a visitar a un cliente pero puede esperar.

Ambos tenían en el gesto una rara mezcla de asombro, alegría, nervios.

En un instante estaban sentados en el Starbucks de Callao con sendos cafés en las manos.

No podían dejar de mirarse con una sonrisa entrecortada en los labios.

-¡Qué guapa estás!! ¡Cuánto tiempo ha pasado!

Cuéntame qué tal te va la vida...

Ella sintió ardor en sus mejillas.

Sintió que el corazón le reventaba y sintió por un instante, ganas de atravesarle la cara de un guantazo. Se contuvo. Nunca lo haría.

Era lo que sentía

- ¿Por qué te fuiste, Luis? ¿Por qué me dejaste?...Sin una palabra Luis. Ni una sola palabra... Sólo aquel abrazo...

-No sé Gloria. No sé qué me llevó a irme así.

Quizás el miedo. Si. Era miedo.

- ¿Miedo a qué? Luis. ¿Miedo a qué? ¡ Joder!! ¿Miedo a qué???...

Ahora si. La voz rayó el grito.

A él se le había borrado la sonrisa y se le cambió el gesto.

- ¿Miedo a morir de amor? ¿ Miedo a no estar a la altura? ¿Miedo a fracasar? ¿Miedo a mi mismo, a mi propio miedo? ¿Miedo a ti? ¿Miedo a perderte? ¿Miedo a sufrir?... No sé Gloriaaa. Sólo sé que algo me hacia no estar en paz contigo....

Gloria lo miró con lástima, con rabia

- Luis llevo diez años sin ti pero contigo en mi jodido pensamiento. ¡Diez años Luis! ¡Díez años en una puta cárcel! ¡En el jodido infierno!!

El apretó los labios en un gesto de culpa e impotencia

- Gloria, yo... Se que te hice daño. Lo sé. No tengo perdón...Pero... Bajó los ojos de vergüenza

- ¿Pero? ¿qué peros? ... ¿Qué? ¡Luis!

No. Daño no. Me mataste Luis. Me mataste para siempre.

Me condenaste a la espera eterna.

Me condenaste a vivir a medias. A vivir en el pasado. A vivir en el autoengaño de que cada día sería el último de mi espera y volverías a buscarme y devolverme lo que te llevaste.

- Gloria, yo... Se que te hice daño. No tengo perdón...

Los ojos se le llenaron de lágrimas.

El se sintió mal. Casi no podía decir media palabra. Como buenamente pudo esbozó:

- Pero...¿ te casaste no?? Alguien me dijo ...Titubeó

- Si. Me casé. Es cierto. Y tú también.

Sé que tienes dos hijos... Y me alegro Luis. Me alegro de que te vaya bien. ¡De verdad!

Se detuvo unos segundos.

- Con ella no tuviste miedo. ¿Por qué Luis ? ¿Por qué con ella no tuviste miedos?

Luis sintió que las tripas se le encogian.

-. No sé Gloria. ¿Porque no la quise como a ti?. No sé. ..Quizás eso hizo sentirme más seguro...

-¿ Estás enamorado de ella?

Ahora sintió casi náuseas.

- No al principio. Pero si que la quiero. La quiero Gloria. La quiero. Es mi compañera de viaje. La madre de mis hijos...

Esas palabras fueron suficientes.

Ella le miró a los ojos. Se levantó le acarició la.mano que él tenía sobre la mesa.

Se giró y se fue.

El la vió partir. Quiso llamarla pero no lo hizo.

No le dió opción a decirle que aún la amaba.

Que ni un sólo día de su vida había dejado de quererla pero que estaba mejor sin ella.

Ella tampoco le dijo que el encuentro de hoy le había devuelto la calma. Que este instante la liberó de él para siempre...

Sin embargo ahora él se quedó con mil preguntas revoloteando en su cabeza como el zumbido de mill abejas sin rumbo.

Las tripas revueltas. El pecho encendido.

El se quedó unos minutos más y salió camino al metro.

Le esperaban sus hijos y su mujer.

Intentó pensar en ellos y sintió algo de alivio.

Aunque una sensación molesta y casi olvidada le inundaba de nuevo de los pies a la cabeza La misma que sentía a veces cuando estuvo con ella. La misma que le hizo huir. La Dama Negra. La ansiedad.

Nunca volvieron a verse.

Lola Rodríguez



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