Adiós mi amor. Hasta siempre
- Lola Rodríguez. Psicóloga
- 18 mar 2018
- 3 Min. de lectura
"Adiós mi amor me voy. Ya vendré a por mis cosas. O mejor, que le den dos duros a las cosas. Total qué importancia tiene un cepillo de dientes, un pijama y un par de cajas de enseres que posiblemente no vuelva a abrir en mi vida... " Me voy y punto. No miro atrás mal que me pese" No puedo soportar más la relación, tu machaque continuo, tu negatividad, tu mal humor.
Me voy.
¡Me voy y no vuelvo! Hasta aquí hemos llegado.
Lo siento. Fue bonito al principio. Muy al principio. Antes de caer en la rutina, el desencanto, las discusiones, la desgana y la desmotivación. El machaque.
Me voy.
Estoy cansado de esperar que me sonrías, que me des la gracias alguna vez por lo que sea. Da igual.
Estoy cansado de escucharte cada día veinte veces el mismo martilleo. Cansado de convivir con el miedo de que hayas tenido un mal día. Cansado de tu queja continua hacia mí, hacia todo...No puedo más. Me asfixias. Me absorbes la poca energía que pueda quedarme en la puñetera vida que compartimos.
Me voy.
Ya no recuerdo qué es un buen día. Bueno sí. Un buen día es aquel en el que sonríes. Todo circula en mi vida en torno a tu sonrisa. Pero no sonríes no. A ver si yo voy a pensar que las cosas van un poco mejor y entonces me relajo.
¡No! ¡Relajado nunca! Vivir contigo tiene el precio de la alerta continua, del ojo avizor, de la amenaza constante, del miedo a hacer algo que no te agrade ...
No recuerdo lo que es desear tocarte, sentir tu abrazo... A veces cuando tú quieres, yo hago ese esfuerzo enorme por parecer que te deseo. No te deseo hace mucho tiempo. Me excito pensando en otras. Me cuesta. Me cuesta un esfuerzo infinito fingir que disfruto.No disfruto. Es un tormento. Menos mal que lo hacemos poco. Esto me ayuda. También me ayuda mi móvil. Mi ventana al mundo.
Ese móvil que tanto detestas y que tantas discusiones alimenta. Mi ventana. Mi oxígeno. Es mi vida entera. Que triste. Pero es lo único que tengo donde apenas entras. Aunque sé que lo miras a hurtadillas cuando duermo. No te he visto pero tengo mis filtros para saberlo. He aprendido a sobrevivir bajo tu tiranía y esto me ha hecho un experto en no dejarte rastros.
Me voy.
Y me duele dejarte porque sé que no encontrarás a nadie. Al menos en mucho tiempo. A no ser que cambies, cosa que dudo.Ojalá lo encuentres porque así me liberarás de la culpa de dejarte en el olvido...
Me duele, pese a todo, pensar que una vez nos amamos y reímos y fuimos felices. Fugazmente felices en un tiempo remoto porque siempre apuntaste a maneras. Pero estaba enamorado. Aunque ya escocían tus formas, el amor cegaba mis ojos. LLegué a pensar que el problema era mío. Me hiciste sentir pequeño, insignificante... ¡Qué suerte de haberte encontrado, de que te dignes a compartir tu vida conmigo...! Tú eras todo, yo nada. Qué difícil el camino hasta llegar aquí y qué difícil dejarte pese a todo. Me duele en el alma dejarte, pero es el único camino para que ambos sanemos. Si es que un día conseguimos perdernos para siempre en el tiempo. Hoy aún no es ese día.
Por todas las personas que viven enclaustradas en relaciones tormentosas. Porque busquen ayuda si no saben o pueden salir. Porque hay que saber decir adiós aunque duela.
Por todas ellas.
Lola Rodríguez. Psicóloga




















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